martes, 2 de diciembre de 2008

LA RUTA DE GUANTÁNAMO


¡Pobrecitos, los políticos españoles! Y los militares, y los espías, y todos los que en este santo país, bresol de lameculos, correveydiles, tiralevitas, fantasmones de diversa índole y condición, vividores y cuentistas, se dedican a proteger a los ciudadanos de invasiones externas de gente de ese mismo pelaje. Ninguno de ellos sabía de los vuelos de la CIA cargados de presos políticos con destino a la cárcel de Guantánamo. Los nordacas no piden permiso a nadie para poner en marcha sus hazañas bélicas, y menos a una nación de hispanos que está en su lista de posibles paises terroristas. ¡Cómo iban a enterarse nuestros servicios secretos y nuestros gobernantes de turno! Lo que no se explica nadie es que se entere un periodista de tan espinoso asunto, y publique el tema con pelos y señales, incluidos horarios de vuelos, rutas y otras zarandajas en su periódico. ¿Qué ha pasado aquí? clama estupefacto el olimpo de los dioses, mientras la crema y nata de la sociedad-algo podrida, todo hay que decirlo- se rasca atónita la excelsa cabeza. Igual es que éste es un secreto a voces, que todo el mundo sabe a qué se dedica el amistoso imperio del norte, y que es de sobras conocida la debilidad que nuestros políticos y sus adjuntos sienten por él. ¿Nadie en las altas y malolientes esferas de la sociedad, tenía noticias del tejemaneje infame que se traían sus iguales del norte? Vamos anda, que no engañais a nadie. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, y a vosotros se os ven las muletas desde la costa cubana.

A cascarla.