martes, 24 de enero de 2012





Sol y niebla, resplandor frío. La vida despierta y crece. Los caminos se pueblan de fantasmas y el pasado revive, se mezcla con los pasos, con las piedras, con la hierba de la orilla. Todavía quedan caminos. El tiempo se detiene en ellos y se enreda en los pies, y trepa hasta que encuentra el alma, y reposa.


Vienen horas a la memoria en las que el sol reverberaba la tierra, y todos los besos se funden en uno, y las manos ven, y los ojos tocan. Los cuerpos se unen con la materia del suelo, el mundo está vivo y los árboles alzan sus ramas al cielo, cantando su alegría.

Pero cuando los pies descansan la alegría se queda pegada en el polvo de los días, y es el recuerdo el que vé y el que toca, y es el viento el que acaricia, y es la memoria quien besa. Solo la memoria.